Friday 5 December 2008

The convert - El convertido

Artículo publicado en Canadá en septiembre del 2007


HUGO BLANCO

The convert
Legendary campesino Hugo Blanco merges old-style Marxism with earth-first land reform philosophy
By WAYNE ROBERTS

The western hemisphere has a new name. On October 12, indigenous peoples from many countries met in Bolivia to celebrate the United Nations declaration on their rights, and once again rechristened (so to speak) our continents Abya Yala.
In the Kuna language, this means "land in its full maturity." Amerigo Vespucci, an Italian explorer of the late 1400s, lost his naming rights to descendants of settlers who arrived 10,000 years earlier.
The rising sense of power among the hemisphere's 50 million indigenous people is transforming politics in what used to be called South America. But few people have been changed as profoundly by this new politics of identity as Hugo Blanco, the legendary Peruvian Trotskyist revolutionary.
It was Blanco, back in the 60s, who invented the now famous chant of peasants and campesinos the world over: Land or death.
During a lecture tour of Canada last month, he showed how deftly he has wedded old-style Marxist revolutionism to his relatively recent encounter with his own indigenous heritage.
At a meeting at a Ryerson lecture theatre in September, Blanco sports the typical floppy sheepskin hat worn by the Quechua people of the frigid mountains of southern Peru. I only learn afterward that the young-looking 73-year-old wears the hat at all times on doctor's orders, for fear that his skull, which has suffered too many police beatings, can't withstand an accidental bump.
Even with his disarming appearance, Blanco's opening lines surprise me. They're nothing like what I remember from the fiery speeches that almost got him executed when he was tried for his role in a 1962 armed peasant revolt.
The reason native politics are so charged today, 500 years after Europeans invaded, he begins through a translator, is that mines and oil and gas wells are poisoning Pachamama, Mother Earth.
And the aggressive materialism of global corporations is destroying "ayllu," the indigenous sense of community that encompasses every being in a village, including hills, rivers, animals and plants, each of which is endowed with a spirit.
But he's still a socialist, he says at the end of the lecture. After all, reports of Inca civilization inspired Voltaire and Thomas More, contributing to Europe's tradition of utopian socialism.
One of Blanco's daughters, raised in Sweden during one of his many periods of exile, once led Swedish tourists through a Peruvian village and was told it looked like socialism. You have that backwards, he recalls her telling the Swedes; socialism looks like this.
But the world has changed since his youth, he says. "When I was young, I took up the struggle for equality. Now the struggle is for the survival of the species."
Blanco, educated in a radical European culture when he was a student in Argentina during the 1950s, confesses that he is still a recovering Eurocentric. It's easy to see he's struggling to make the transition from the polemical truths of his youth to something else.
South American radicals "copied our social analysis from Europe," he says, "yet socialism, social democracy and Communism have all been defeated in the South.
"I don't know how much Eurocentrism is still in me," he adds. "I am in the process of overcoming. We must initiate this revolution within ourselves."
What does this mean for future organizing? He doesn't know, "but little by little we move forward." The newspaper he edits, Lucha Indigena, follows what indigenous people are doing, not the line of a political organization such as the one he once led. Many of his statements end with a quotation from the Spanish poet Antonio Machado y Ruiz: "Walker, there is no road. The road is made by walking."
Working without a compass is something he says he learned from studying the Zapatistas of Mexico, another country he spent time in as an exile. Blanco has a totally different sense of power than the one he held during the 1960s, when the struggle for campesino and worker power was at the heart of the manifesto Land Or Death: The Peasant Struggle In Peru that he wrote on death row in prison.
"Among revolutionaries, we were negatively affected by an obsession with power," he now says. His movement has since overcome old-style illusions thanks to the experience of pseudo-revolutionary Shining Path terrorists, who once ordered him killed, he says.
Indigenous communities practised consensus, he says. "We are not about taking power, but building power," he says. He now likes to organize "peasant circles" that displace judges and corrupt government officials with self-managing groups at the municipal level.
I luck into a two-hour after-lecture dinner with Blanco, Phil Cournoyer, the translator of his memoirs, and assorted friends at a nearby Internet café serving Somali food.
When Blanco chanted "Land or death," Cournoyer tells me, the activist had "an incipient understanding" that it was different from the Hispanic tradition of "Fatherland or death," a popular cry in Cuba. It reflected a deep-seated and intuitive psychological and spiritual understanding that land, identity, meaning and life were one continuum.
"It is not the earth that belongs to the people but the people who belong to the earth," Blanco clarifies.
From the leader of militant land reform during the 1960s comes a land reform philosophy for the 21st century.
news@nowtoronto.com

El convertido
El Legendario campesino Hugo Blanco fusiona el Marxismo estilo antiguo con “la tierra primero”, la reforma agraria de la filosofía.
Por WAYNE ROBERTS

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El hemisferio occidental tiene un Nuevo nombre. El 12 de Octubre, gente indígena de muchos países se reunieron en Bolivia para celebrar la declaración de sus derechos por las Naciones Unidas y una vez más bautizaron (por así decirlo) a nuestro continente: “Abya Yala”.
En el lenguaje Kuna eso significa “La tierra en su total madurez”. Américo Vespucio, un explorador Italiano de los años 1400s, perdió su derecho de poner su nombre a los descendientes de los inmigrantes quienes llegaron hace 10,000 años.
El creciente sentido del poder entre los 50 millones de gente indígena del hemisferio está transformando su política en la que se llamaba Latinoamérica, pero poca gente ha sido cambiada tan profundamente por estas nuevas políticas de identidad como Hugo Blanco, el legendario revolucionario trotskista peruano.
Fue Blanco, allá en los años 60s, quien inventó el ahora famoso cántico de los campesinos y agricultores en todo el mundo: “Tierra o muerte”.
Durante un tour de charlas por Canadá el mes pasado, él mostró cuán hábilmente ha unido el revolucionarismo antiguo marxista y su relativamente reciente encuentro con su propia herencia indígena.
En una reunión en una charla en el Teatro Ryerson en Septiembre, Blanco lucía el típico sombrero flexible de piel de oveja que usa la gente quechua de las frías montañas en el sur de Perú. Recientemente me enteré que el joven viejo de 73 años de edad, usa ese sombrero todo el tiempo por prescripción médica, por temor a que su cráneo, que ya ha sufrido demasiados golpes a manos de los policías no pueda soportar un golpe accidental.
Incluso con su apariencia desaliñada, las palabras de inicio de Blanco me sorprendieron. No se parecen en nada a lo que yo recuerdo de los discursos feroces que casi lo llevaron a la ejecución cuando era juzgado por su papel en la sublevación armada de los campesinos en 1962.
La razón para que los políticos nativos estén tan cargados ahora, 500 años después de que los europeos los invadieran, él comienza a través de un traductor, es que las minas y los pozos de petróleo y el gas están envenenando a la Madre Tierra , La Pacha Mama.
Y el agresivo materialismo del las corporaciones globales están destruyendo el “Ayllu”, el sentido indígena de la comunidad que incorpora a cada ser una villa, incluyendo las montañas, los ríos, los animales y las plantas, cada uno de los cuales está dotado de un espíritu.
Pero él es aún un socialista, lo dijo al final de su charla. Después de todo, los reportes de la civilización Inca inspiraron a Voltaire y Thomas More, contribuyendo a la tradición europea del socialismo utópico.
Una de las hijas de Blanco, que fue criada en Suecia, durante uno de sus muchos períodos de exilio, una vez llevó a unos turistas suecos a una villa peruana y le dijeron que la organización era parecida al socialismo. Él recuerda que ella les dijo, es al revés, es el socialismo lo que se parece a esto.
Pero el mundo ha cambiado desde su juventud, él dice: “Cuando era joven, yo luche por la igualdad, ahora la lucha es por la supervivencia de las especies”

Blanco, educado en una cultura europea radical cuando fue un estudiante en Argentina en los años 1950s, se confesó que él es aún un eurocéntrico en recuperación.
Es fácil ver que él está luchando para hacer la transición de las verdades polémicas de su juventud a algo más.
Los radicales latinoamericanos "copiaron nuestro análisis social de Europa" él dijo, "sin embargo el socialismo, la democracia social y el Comunismo han sido frustrados en el Sur”
"Yo no sé cuánto del eurocentrismo está aún en mí" agrega. "Yo estoy en el proceso de superación. Nosotros debemos iniciar esta revolución dentro de nosotros mismos.
¿Qué es lo que esto significa para la futura organización? Él no lo sabe, “pero poco a poco nos movemos hacia delante”. El periódico que él edita, “Lucha Indígena” sigue lo que la gente indígena está haciendo, no es la línea de una organización política, tal como aquella que él alguna vez dirigió. Muchas de sus afirmaciones terminan con una cita del poeta español Antonio Machado y Ruiz: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar."
Trabajar sin una brújula es algo que él dice que aprendió de estudiar a los Zapatistas de México, otro país en el que pasó tiempo en exilio. Blanco tiene un sentido del poder totalmente diferente del que tenía durante los años 1960s, cuando la lucha por el poder del campesino y del trabajador era el corazón de la manifestación “Tierra o Muerte: La lucha campesina en el Perú”, que el escribió en la prisión esperando la pena de muerte.
"Los revolucionarios, estábamos negativamente afectados por una obsesión por el poder" dice ahora. Sus movimientos, desde que superó la ilusión antigua gracias a la experiencia de los pseudo - revolucionarios de Sendero Luminoso (“quienes una vez ordenaron matarme”), nos dice.
Las comunidades indígenas practicaron el consenso, afirma. "Nosotros no hablamos de , sino de ", nos dice.
A él ahora le gusta impulsar las “rondas campesinas”, organizaciones de campesinos que desplazan a jueces y funcionarios gubernamentales corruptos y los remplazan por grupos indígenas auto administrados en los niveles municipales.
Yo tuve la suerte de estar en una cena de dos horas después de la charla con Blanco, Phil Cournoyer, el traductor de sus memorias y un grupo de amigos en un Café – Internet cercano, donde sirven comida somalí.
Cuando Blanco dijo "Tierra o muerte" Cournoyer me dice, el activista tuvo "un entendimiento incipiente” que era diferente de la tradición hispana de "Patria o muerte" un grito popular en Cuba. Esto refleja un entendimiento intuitivo, psicológico y espiritual profundamente asentado de que la tierra, la identidad, el significado y la vida están en continuo devenir.
"No es la tierra que pertenece a la gente, es la gente que pertenece a la tierra" nos aclara Blanco.
Del líder de la militante reforma de la tierra durante los años 1960s viene una reforma filosófica de la tierra para el siglo 21.

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